El poder de la gratitud para avanzar al 2025

 

Adiós, propósitos; hola, gratitud. Una nueva manera de repasar el año que despedimos podría ser el ingrediente que nos dará más razones para motivarnos a seguir creciendo.

Por Sandra Zuluaga R. 

“La gratitud tiene una cosa muy curiosa: es bastante generosa. No existe solamente en lo bueno que ocurrió, sino en todo aquello que logramos convertir en una experiencia..” 

Es imposible esconderse de los recuentos de fin de año: los mejores libros, las mejores películas, las canciones que más escuchamos (y las que más cantamos). Aunque no lo planeemos, de pronto ya estamos haciendo nuestros propios conteos personales, pero en un tono menos optimista: los propósitos que no alcanzamos, todas las veces en que cometimos un error en el trabajo, los mayores arrepentimientos. De pronto el reto ya no es tener buena memoria para recordarlo todo, sino en encontrar esos hitos de los que podríamos sentirnos orgullos@s.

Por eso es importante cambiar el filtro con el que recordamos los 365 días que acaban de pasar y concentrarnos en algo más poderoso: el agradecimiento. Al pensar en las razones por las que podemos dar gracias, también identificamos todo los valioso que ocurrió en un año y que dimos por sentado, o pasamos por alto, desde esas pequeñas victorias que convirtieron un mal día en una batalla ganada, hasta el impacto positivo que tenemos en la vida de los demás.

Así que propongo que, en lugar de un ejercicio de memoria, hagamos uno de gratitud para que se convierta en una mejor tradición de fin de año, de la que podemos rescatar una mejor disposición para repasar lo que acabamos de vivir y lo que vamos a hacer realidad en este 2025.

Por qué no debemos olvidar la gratitud

La gratitud tiene una cosa muy curiosa: es bastante generosa. No existe solamente en lo bueno que ocurrió, sino en todo aquello que logramos convertir en una experiencia. Entre los beneficios de concentrarse en ella están:

Nos ayuda a crecer como personas. Hay un doble beneficio aquí, realmente, porque por un lado nos empuja a enumerar lo que salió bien, y así a reconocer que aprendimos algo nuevo, que alcanzamos una meta que pensamos difícil. Y por el otro lado nos pide que seamos humildes al pensar en lo que no hicimos bien o que simplemente no salió como planeamos, para que pensemos en esas áreas de oportunidad que tenemos que reforzar en el futuro. 

Reconocemos que no todo fue malo. Incluso en el peor año de nuestra vida tuvimos una buena experiencia, y del resto es posible rescatar lecciones que no debemos olvidar. Es también lo que nos ayuda a ser más resilientes, porque a pesar de las adversidades seguimos de pie, y si ya pasamos por una racha muy complicada, quiere decir que los nuevos retos ya no darán tanto miedo.

Recordamos a las personas que estuvieron cerca. Esto es lo que más me gusta de pensar en las cosas o situaciones que agradezco del año que está por extinguirse: reafirmar que cuento con una red, tanto en lo profesional como en lo personal, que está lista a apoyarme, y sin la que no podría superar lo malo ni disfrutar tanto lo bueno. Es lo que me recuerda lo importante que es mantener este círculo, y asegurarme de que apoyo a todas las personas que lo conforman igual que lo han hecho conmigo.


Gracias también por los días malos

Si después de reconocer que hicieron la vida un poco más difícil, las examinamos de cerca con un ojo más clínico, vamos a entender mejor todo lo que crecimos gracias a ellas.

Nos enseñaron algo nuevo. Tal vez tuvimos que aprender a utilizar una herramienta que nunca habíamos tocado, o nos enfrentamos a una situación inédita. Cualquiera que haya sido la experiencia, lo más seguro es que tuvimos que ganar conocimiento que antes no teníamos, y esa es una de las tantas razones por las que fue una situación incómoda en su momento, pero en retrospectiva fue útil. Incluso si el aprendizaje no fue en algo que podemos replicar en el día a día —como el uso de un objeto o en un procedimiento—, sí lo fue sobre nuestra propia personalidad.

Nos descubrieron que somos capaces de hacer más de lo que pensábamos. No sé cuántas veces he tenido este tipo de conversación con gente cercana y colegas, pero cuando recordamos una mala pasada que alguno de nosotros tuvo, la conclusión es la misma: y lo superaste. Si lo imaginábamos en la vida de alguien más, nos parecería una calamidad sin salida, pero aquí estamos, ¿cierto? Y esa fuerza que nadie sospechaba que estaba dentro nuestro ya no hay manera de ocultarla. 

Nos sacudieron de la zona de confort. La rutina es muy peligrosa, sobre todo si está cubierta de una sensación de seguridad. Se agradece una época de calma, por supuesto, pero dormirse en los laureles significa también que no hay crecimiento profesional o personal. Una pequeña sacudida es suficiente para que no se olvide que siempre podemos aprender algo nuevo, que somos capaces de hacer cosas más grandes y que un reto nuevo trae más valor que un mar en calma perpetua.


La gratitud como estilo de vida

Eso sí: la gratitud no debe ser algo que se practique solo en momentos especiales, como estas fechas. Según este artículo de Headspace, integrar la gratitud en nuestra rutina diaria tiene efectos profundos en nuestra felicidad. ¿Por dónde empezar a hacerlo? Algunas sugerencias basadas en las prácticas de mindfulness pueden ayudar a cultivar una mentalidad agradecida a lo largo del año. Por ejemplo:

1. El "Savoring": Esta técnica consiste en saborear los buenos momentos en su totalidad. En lugar de simplemente pasar por alto los logros diarios, tomamos un momento para apreciarlos, ya que son el material de nuestra vida, y agradecer por ellos a menudo aumenta su impacto positivo.

2. El Diario de Gratitud: Dedicar unos minutos cada día a escribir tres cosas por las que estamos agradecidas puede cambiar nuestra forma de ver el mundo. No se trata solo de enumerar cosas grandes o notorias, sino también de reconocer los pequeños detalles que a veces pasamos por alto.

3. Mindfulness de la Gratitud: En lugar de apresurarnos por las actividades diarias, podemos practicar el mindfulness centrado en la gratitud. Al tomarnos un momento para agradecer el presente (ya sea por la salud, el entorno o las personas que nos rodean), cada momento nos da algo por lo que estar agradecidos.

Agradecer por lo que ocurre en el día a día va a transformar cómo enfrentamos nuevos ciclos, con la anticipación de todo lo positivo que está por ocurrir y lo que aprenderemos en cuando terminen. 

Ya estamos en el 2025 con verdadero propósito

Olvidémonos un poco de los propósitos que planeamos al cerrar diciembre. No pensemos en esas metas que, por muy bien intencionadas que sean, suelen crear expectativas que rara vez se adecúan a la realidad que se vive en los próximos doce meses. Es importante tener en mente que nadie tiene manera de predecir con exactitud el futuro, y que ese objetivo de viajar más, aprender un nuevo idioma o leer dos libros al mes se convertirán en sueños imposibles una vez que la vida demuestre, otra vez, que es tan impredecible como siempre lo ha sido.

A través de la gratitud analizamos en qué momento de nuestra vida estamos y cuáles serían los pasos más lógicos para continuar desarrollándonos en todos los ámbitos. Así, la lista para este 2025 no es una de deseos, sino una más aterrizada que es compatible con lo que ya sabemos que podemos lograr y con el tipo de retos que sabemos enriquecerán nuestra vida.





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