Más fuerte de lo que pensaba: la resiliencia como mantra de vida
Por Sandra Zuluaga R.
Todos tenemos algo de resiliente, sin embargo a veces es necesario nutrirla para continuar siendo fuertes a pesar de nuestras circunstancias.
A fuerza de la experiencia, llegó un momento en que más joven tuve que hacer las paces con que la vida no sería muy amable conmigo, y que no lo sería con nadie a pesar de los privilegios o las ventajas en comparación con los demás. Me di cuenta de que tenía que hacerme más fuerte, no solo haciendo ejercicio todos los días, sino encontrando estrategias para aumentar mi resiliencia porque esta es una cualidad con la que las personas no estamos equipadas de la misma forma. Es verdad que cada quien cuenta con ciertas aptitudes que le hacen reaccionar ante las crisis, y en muchas ocasiones miré a mi alrededor y entendí que, mientras alguien se levanta de inmediato después de que una emergencia le tumba de pronto, otro se queda en el piso.“La resiliencia no desaparece tus problemas, pero te recuerda que no es la primera vez que los superas.”
También aprendí que lo que a algunos no parece el fin del mundo, para otros sí que lo es, y que más que juzgar las acciones ajenas, debemos encontrar las razones por las que reaccionamos tan diferente y lo que podemos hacer para afinar este sentido de resiliencia, lo que nos ayuda a afrontar mejor lo que sea que venga mañana aunque no tengamos idea de qué sigue.
La resiliencia no es poca cosa ni una palabra de moda. Agrupa habilidades que podemos aprender y ejercitar: desde lidiar con el estrés de un momento inesperado, hasta encontrar soluciones en medio del caos. Por ejemplo, sé que el ejército británico le da entrenamiento de resiliencia mental a sus soldados, “para que puedan reconocer y regular las señales de estrés y ayudarles a prepararse para eventos y circunstancias difíciles.”
Así que la resiliencia es importante durante la guerra y la paz, en el trabajo y cuando estamos en casa, frente a lo inesperado y ante lo que ya sabemos que pasará tarde o temprano. Es la razón por la que podemos adaptarnos a nuevas condiciones, pasajeras o permanentes, y la más grande fortaleza de espíritu que solemos dar por sentado en los equipos, especialmente en nosotras mismas.
Pero hay que entender muy bien lo que no es resiliencia, a pesar de que han tratado de convencernos de lo contrario.
No es resiliencia
1. Fingir que estás bien, a pesar de los problemasMi teoría es que nos falló la interpretación cuando vimos la imagen estoica de alguien frente a la tormenta: no significa que a la protagonista no la atacan el miedo, las dudas o la frustración. Significa que a pesar de sentirlo, a veces todo al mismo tiempo, está haciendo de tripas corazón para superar la tormenta y es saludable permitirnos experimentar lo malo, porque nos ayuda a conocernos mejor: qué nos afecta, cómo reaccionamos y qué necesitamos trabajar para que no se convierta en nuestro peor obstáculo.
2. Resolverlo todo sin ayuda
Esta no solo es una idea incorrecta, es hasta peligrosa. Celebrar una cultura individualista nos hace olvidar que es gracias a nuestro entorno, no a pesar de él, que podemos llegar más lejos. ¿No es deprimente aplaudir que una persona no haya contado con el apoyo de sus cuidadores, profesores o colegas para superarse? Es precisamente lo contrario lo que deberíamos convertir en las historias de éxito, en las que la unión hace la fuerza y le da herramientas a todos para alcanzar sus objetivos. Y la resiliencia busca que esto se convierta en la regla, no la excepción.
3. Se aguanta todo sin quejarse
Es verdad que la vida no es perfecta y habrá ocasiones en que tengamos que hacer las cosas con pocos recursos: trabajar para pagar la escuela, cuidar a un familiar enfermo entre varios, pedir un préstamo para pagar la nómina este mes. Esto no quiere decir que no debemos buscar mejores condiciones para desarrollarnos o que exigirlo es una señal de espíritu problemático. En realidad, la resiliencia es lo que nos permite recordar que un futuro mejor es posible, y que vale la pena esforzarse durante un mal momento para que no vuelva a repetirse en el futuro.
4. No saberlo todo significa la derrota
Quizá esto le resulte una sorpresa para muchos, pero la resiliencia no quiere decir que se es omnisciente. Significa que se tiene plena conciencia de que hay límites en lo que se conoce y lo que se puede hacer, y que por lo tanto siempre existe una oportunidad para aprender algo nuevo. Especialmente cuando hay una crisis, que es la forma en que la vida nos pone en nuestro lugar. ¿Ya estabas muy agusto en tu zona de confort? Listo, ten una prueba inédita en tu experiencia para levantarte de una vez. Y es por eso que regreso al mito dos: necesitamos de los demás porque sus habilidades pueden reforzar las propias y viceversa, que es la dinámica con la que mejor funcionamos los seres humanos.
Entonces, ¿cómo encontramos maneras para ser más resilientes?
Cómo fortalecer tu resiliencia
● Sigue construyendo comunidad con otras personas. En tu vecindario, en tus diferentes círculos sociales (tus amistades, tu familia, tu trabajo, tu taller de lectura, etc.), mantén los canales abiertos y, si tienes oportunidad, involúcrate de vez en cuando para que esas conexiones se mantengan. Cualquier individuo solo puede ser tan fuerte como su red de apoyo, y hay que nutrirla para no perderla.● Reconoce lo que has logrado y repasa lo que ya aprendiste. He visto a amigas superar pruebas devastadoras y aún así no se reconocen como resilientes. Las veo a los ojos y me veo obligada a repetírselos: eres la mujer más fuerte que conozco. Pero también lo soy yo, y lo fue mi madre y lo será la chica que el año que entra tendrá su primer día de clases. Las personas tenemos que superar toda clase de pruebas, y de cada una aprendemos algo muy valioso para seguir adelante. Tomemos una pausa para repasar lo que tuvimos que resolver, a quién apoyamos, cómo nos ayudaron los demás y lo que es posible concluir de todo eso.
● Recuerda que lo mejor está por venir. El pesimismo, que algunos confunden con realismo, es solamente una carga más que nosotros aceptamos, y por lo tanto es mejor tirarla en cuanto el sabor ocre de un comentario cínico se nos queda en la boca. La resiliencia nos prepara para lo malo y para lo bueno, que si no sabemos reconocer oportunamente, se escapará de nuestro alcance.
● Dale espacio a tus planes. No solo lo urgente tiene que atenderse. Los planes que tienes para tu crecimiento merecen su propio tiempo y espacio prioritario. “Mereces lo que sueñas”, decía Gustavo Cerati, y todo el trabajo que inviertes en tus proyectos no es un desperdicio, sino una de las inversiones más importantes que puedes hacer.
● La vida es impredecible. Una persona resiliente es una persona flexible. Es lo que le permite aprovechar los recursos a la mano para lograr una meta y lo que la mantiene abierta a nuevas soluciones. Es el tipo de líder —o amiga, colega, pareja— en el que su equipo sabe que puede apoyarse y en quien confía en los momentos más complicados.
La resiliencia no desaparece tus problemas, pero te recuerda que no es la primera vez que los superas.
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