Cómo vencer la paradoja del giver y convertirse en uno exitoso
Cómo vencer la paradoja del giver y convertirse en uno exitoso
por Sandra Zuluaga
Si es verdad que hay givers exitosos y givers que se quedan atrás ¿cuál es la gran diferencia?
Ya se ha hablado de lo importante que es que las personas en puestos de liderazgo tengan un perfil giver o altruista, y cómo promover esa cultura en el ambiente laboral. ¿Pero qué ocurre cuando todavía queda camino para eso? Es decir, cuando se inicia en el entorno profesional o hay poca experiencia, y el giver se da cuenta de que su actitud generosa se convierte en una fuente inagotable para quien es taker y, en los menos, matcher. ¿Qué hay que hacer antes de que el espíritu generoso se diluya o se convierta en el mismo obstáculo que impide el crecimiento de cualquier profesionista giver?
No olvides leer mi artículo anterior: Que-tan-malos-son-los-takers-para-la-empresa.html
Primero, es comprender que, según los estudios de Adam Grant, los altruistas se encuentran en el peor lugar de desempeño en prácticamente todas las industrias, y que, al mismo tiempo, son los que se mantienen en los puestos más altos de todas esas industrias, tanto a nivel individual como en equipos de analistas, tiendas de retail, farmacéuticas, bancos, firmas de ingeniería, consultoras de creatividad, entre otras.
Eso quiere decir que existe una diferencia entre los exitosos y los rezagados. Librar esa brecha es parte de los estudios de Grant que, a pesar de que anima a las personas a eliminar las aproximaciones egoístas para escalar en sus carreras, recomiendan que se mantenga el altruismo como se hace con cualquier estrategia de desarrollo: con inteligencia, disciplina y precaución.
Identificar los takers y aprender a lidiar con ellos
Una de las características que delatan a un taker es su poca disponibilidad para ayudar a otros. Mientras la reciban de los demás, siempre atienden los mensajes, pero cuando ya consiguieron lo que buscaban, parece que ya no tienen tiempo disponible. En artículos anteriores de esta serie se mencionan otras de sus características; lo más importante es aprender a reconocer cuando alguien es demasiado amigable para pedir un favor y completamente ausente si sospecha que le pedirán algo. Si se pueden evitar, qué mejor.
Mas, si ya es inevitable porque son parte del mismo departamento o equipo, los givers pueden ser matchers a su alrededor: dar ayuda solo cuando hay garantía de reciprocidad. De esa forma se pone un límite a las peticiones cuando descubran que no podrán sacar provecho.
Tomar el rol de agente
Los givers que se estancan se caracterizan porque son poco asertivos cuando se trata de ellos. Les cuesta levantar la voz, poner sus intereses primero cuando es necesario, excepto si están haciendo algo por otra persona. De hecho, estudios que acompañan el libro de Grant, Give and Take, muestran que las mujeres presentan esta conducta más seguido. La solución que se ha propuesto para que la pasión que se aplica al ayudar a otro sea la misma para sí mismo, es considerar la importancia de que uno también consiga sus objetivos: el éxito de un altruista se convertirá en más oportunidades de apoyar a otros con menos logros o con ganas de aprender de mentores que valen la pena. Así que, al ser agente propio, se es agente de los demás.
Encontrar maneras de ayudar que sean valiosas para el giver
Aquí hacen cruce dos aspectos importantes: prestar apoyo en lo que se disfruta, ayudar en lo que se es experto. Si se implementa bien esta máxima, con el paso del tiempo el primero se convierte en el segundo. Al identificar lo que más se gusta hacer, se buscarán maneras de repetirlo de manera constante, lo que permite que se mejore poco a poco.
Esto también crea una reputación, con la que la gente relaciona una actividad con el expertise de un profesional. Si alguien desea mentorías, consultas, resolver dudas al respecto de ese tema, de inmediato acudirán con la persona que ya ha demostrado que es lo que mejor sabe hacer, y que lo hace cada vez que tiene oportunidad. Un beneficio extra es que las peticiones que no caben ahí, dejan de llegar.
Gestionar el tiempo y a quién se ayuda
Seleccionar a quién ayudar puede sonar un poco duro para aquellos que saben lo difícil que es conseguir acercarse a un profesional al que se admira. Sin embargo, para que los givers no se desgasten ni abandonen sus propios proyectos o trabajos, es importante que haya un proceso de selección que impida que se abrumen o de plano agoten todas sus energías. Lo mismo ocurre con el tiempo que deciden invertir en los demás, pues no vale la pena que se dediquen a las necesidades ajenas si daña su propio crecimiento.
Tomando en cuenta la gente que se les acerca, quizá sea buena idea hacer una jerarquía para localizar a los más importantes, como familiares, alumnos, colaboradores y colegas cercanos, así como un horario dedicado a esas actividades. Grant recomienda que, en lugar de que sea una hora al día, se designe un día completo, en el que toda la atención se concentre en cómo apoyar a otros sin distractores. Eso también beneficia al trabajo diario, que no se ve interrumpido cumpliendo con peticiones externas.
Cultivar la cultura del altruista desde donde se encuentre
Es cierto que las personas en puestos de liderazgo deben promover este tipo de cultura. Aun así, no quiere decir que en otros escritorios, oficinas o áreas de la empresa no pueda hacerse, independientemente de lo que hagan en dirección. Con las propias acciones y proponiendo a los demás que intenten dar su tiempo y conocimiento a otros se puede iniciar. Esto crea un ambiente más sano en el trabajo, pero también construye redes fuertes con los colegas que, aunque el día de mañana tomen caminos separados, podrán ser parte del nuevo gran proyecto del ex compañero o ex compañera que dedicaba su tiempo, conocimiento y experiencia a los demás.
Que al final de cuentas es uno de los elementos clave por los que un giver se mantiene arriba: cuentan con gente dispuesta a apoyar, invertir, cooperar o simplemente compartir su trabajo.
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