Nunca antes había sido tan necesario DESCANSAR
Por Sandra Zuluaga R.
Descansar es una necesidad biológica, no una recompensa moral. En el mundo de hoy, aquel que desee ser más productivo no tiene elección: deberá aprender a descansar.
“Estirando las horas del día lo más posible, enamorada de lo que hago, llegué al punto del agotamiento y el hastío; de trabajar tanto que perdí la capacidad de sentir placer”.
Alguna vez escuché a alguien decir que la Navidad se celebra en invierno para transformar a la que, sin ella, sería la temporada más cruda del año. No sé si la teoría sea cierta, pero tiene mucho sentido. Cuando llega el invierno y los días se acortan, se nos ocurre decorar los árboles con luces y colores. Llegan el frío y la nieve, que nos aíslan y bajan los ánimos, así que celebramos posadas y cenas de Navidad y Año Nuevo, dándole a estos días más calor de hogar. En la temporada en la que más frío hace, más nos abrazamos.
¿No suena esto a una inteligente estrategia de supervivencia? Las fiestas de fin de año son nuestra particular manera de fortalecernos ante el reto del invierno, y las vacaciones de la temporada son la manera de recargar las baterías: aflojamos el cuerpo, agradecemos por lo acontecido a lo largo del año, e intercambiamos regalos y muestras de cariño. Cerramos un ciclo y nos preparamos para iniciar otro.
¿Hay alguien que esté leyéndome en este momento que sienta que no se merece descansar? Permíteme, amigo lector, darte un respiro: descansar es una necesidad biológica, no una recompensa moral. “Dormir bien reduce la frecuencia de enfermedades y el riesgo de problemas de salud grave, disminuye el estrés, mejora el estado de ánimo, permite pensar con claridad, desempeñarse mejor en los estudios o el trabajo, evitar lesiones y tomar mejores decisiones”. Así lo señala la Oficina de Prevención de Enfermedades y Promoción de la Salud (ODPHP, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, y yo estoy completamente de acuerdo.
La silenciosa pandemia del estrés
Recordemos que la ansiedad, la depresión y el estrés son la otra pandemia que ha azotado a este siglo. Yo lo he vivido en carne propia: estirando las horas del día lo más posible, enamorada de lo que hago, llegué al punto del agotamiento y el hastío; de trabajar tanto que perdí la capacidad de sentir placer al hacer las cosas que más amaba. Cuatro años después, me levanto a las cinco de la mañana—pero no para revisar el correo electrónico, sino para practicar yoga y meditar. La diferencia es tan placentera como radical: estoy presente en lo que hago, enfocada, entusiasmada, y si antes era efectiva, ahora soy eficiente. Es decir, antes cumplía con mis objetivos, pero ahora logro mejores resultados con mucho menos desgaste. ¿Quién no padece de estrés hoy en día? La respuesta es obvia, así que cambiaré la pregunta. ¿Quién sabe combatir el estrés hoy en día?
El mito del incansable Elon Musk
Hablemos entonces de resiliencia. Lo explico pero, antes de eso, una antítesis: todos hemos visto las famosas fotografías de la empleada de Twitter, luego X, que se quedó a dormir en las oficinas de la empresa cuando Elon Musk compró la compañía (la misma que, meses después fue despedida). Un acto heroico, pero, a largo plazo, ¿útil? El mismo Musk se caracteriza por un intenso y ajetreado ritmo. ¿Qué tan sostenible es? Su vida personal es caótica: sus relaciones con hijos y ex parejas, dignas de telenovela; sus relaciones con socios y ex socios (de Tesla, de Paypal, y de OpenAI, por ejemplo), tirantes o, simplemente, antagónicas. ¿Qué tan sostenible resulta este desgaste? ¿Qué pasa si, por cada éxito, Musk cosecha el triple de conflictos?
La creatividad de Kobe Bryant
La resiliencia no es la capacidad de aguantar situaciones cada vez más desafiantes, una y otra vez; al contrario, es la capacidad de volver a nuestro estado natural después de enfrentar una situación estresante. Por lo tanto, para ser resilientes tenemos que ser especialistas en recuperarnos. En descansar. En su libro, Mamba Mentality, el legendario jugador de los Lakers, Kobe Bryant, narra una serie de ritos que practicaba religiosamente para fortalecer su cuerpo, entre ellos, el uso de hielo para desinflamar sus articulaciones, un estricto régimen de gimnasio, y uno que me sorprendió gratamente: cuando descubrió que sus tobillos eran la parte más frágil de su cuerpo, tomó clases de tap. También trabajó con Nike para rediseñar sus propias zapatillas, de las que copió el diseño de los zapatos de fútbol para cuidar más de sus tobillos. Básicamente: tobillos más fuertes es igual a menos lesiones, lo que es igual a más puntos en la cancha. Eso es resiliencia.
Es momento de reaprender a cansarnos
Toda época tiene sus retos particulares. El siglo XX estuvo lleno de desafíos. En este momento, uno de los más importantes es cuidar de nuestra salud mental. ¿Cómo podemos empezar? Reaprendiendo a descansar. Y para eso, primero hay que aprender a cansarnos de manera natural: menos pantalla y más ejercicio. Ya sea correr, yoga, natación o pesas, cuando el cuerpo se ejercita, la mente descansa. Y si la mente descansa, el cuerpo también. Ya cansados, podemos irnos a dormir. Te comparto una lista de do’s and don’ts que he encontrado efectiva para antes de aterrizar en mi dormitorio:
1. Hidrátate. Vas a pasar alrededor de ocho horas sin tomar agua.
2. Suspende el uso de pantallas al menos media hora antes de dormir.
3. Evita el consumo de alcohol y cafeína antes de acostarte.
4. No duermas ni de menos, ni de más: los más jóvenes necesitan entre 9 y 10 horas, y los adultos entre 6 y 8. Aprende a conocer tus necesidades de sueño.
5. Antes de terminar tu jornada de trabajo, haz una lista de los pendientes para el día siguiente. Al anotarlos, los sacarás de tu cabeza, lo que te ahorrará algo de ansiedad.
6. No revises tu correo electrónico justo antes de dormir. No le des ideas a tu cerebro.
7. Si sabes meditar, hazlo antes de dormir, aunque en la mañana ya hayas meditado, esto te desconecta del día y te conecta con tu espacio.
8. Conserva junto a tu cama un cuaderno. Antes de dormir, anota cinco cosas que agradeces del día que acaba de terminar. Te sorprenderás que a veces, lo que consideramos un mal día solo fueron 5 minutos. Hay muchas cosas buenas que también pasan diariamente que a veces no consideramos. Yo acostumbro agradecer cada día por mi esposo y mi hijo.
9. Acostumbra a tu cuerpo a irse a dormir y despertar a la misma hora. Eso hará que te sea más fácil dormir y despertar cada día.
10. Levántate a la primera alarma de tu celular. Despertarse y volver a dormir interrumpe el ciclo de sueño, y te hará sentir aún más cansado.
Tal vez los humanos no podamos hibernar como los osos, pero tampoco es necesario. Vayamos una noche a la vez. Una siesta de 15 o 10 minutos después de comer, si es posible, hace maravillas para recargar la batería para la segunda parte del día. México es uno de los países que más horas trabaja al día, pero está lejos de ser uno de los más eficientes. ¿Qué hacemos durante todas esas horas extra que no generan mejores resultados? Probablemente no mucho, pues si estamos crónicamente cansados, vivimos crónicamente atrapados.
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